El tiempo es el dios de la vanidad,
El cuerpo es la imagen de nuestros deseos
Los temores son las sombras que habitan en el corazón,
¡Dolor! en la levedad espiritual,
Confesiones amargas y la tristeza se hace larga y
constante
Como el desierto habitando en el silencio,
Despojado de las caricias imaginarias
El dolor y el adiós en el horizonte eterno, en el camino,
ancho y silencioso, caminamos alguna vez
Solos tú y yo, frágil entre mis brazos, volviendo tu
mirada a mí,
Oh!! Tiempo, como vuelves a mí entre aromas de libros
viejos, entre fotografías infantiles, aquellos besos de vainilla entre juegos y
risas.
Tiempo feroz, entre todos los enigmas de la vida, eres tú
el que me deja el alma sin vida,
Oh cuerpo de la vanidad, entre temores aún resisto y
¡vivo!,
Despojado de caricias aquí el camino y el viento
envuelven la fragilidad, desierto del cuerpo, fragilidad del corazón.
¡Oh tiempo, verdugo eterno!.

