sábado, 24 de marzo de 2012


He muerto
Y sangro
He sollozado demasiado, demasiado
Estoy loco
Aun percibo mis sentidos
He muerto
Me aniquile yo mismo,
Me angustia, estoy angustiado, abatido,  desorientado, estupefacto, aterrorizado,
He muerto y aun mis pútridas carnes laten insistentes,
Un espectro acabado, tallado en lastimosas formas merodea las calles,
Recorro aquellos lugares que nunca me hicieron feliz,
La ciudad y sus formas, las aceras agrietadas, las pieles sudorosas, los labios resecos,
Cuerpos horadados como los míos me recuerdan las noches violentas, violentas y suplicantes donde siempre terminaban en copulas desesperadas, luego de ello, la nada el vacio, el hastió.

He muerto
Y percibo aun el sonido, el eco, el murmullo, el gemido, el tic tac, el pulso de un orgasmo al terminar,
Enajenado e indiferente entre mi mísera piel amarillenta, purulenta aun me atrevo a desnudar lo poco que queda en mí.
Desnudo y vicioso en la calle, fantasmal,  entro y salgo de las alcobas, mancho con semen ácido sabanas inmaculadas y rio, rio, rio vicioso dentro de mí,
Desnudo y el silencio, entre el amor y el deseo, entre el deseo y el desamor, entre el placer y un orgasmo urgente y repentino, todo ello en que se diferencia? , mi cuerpo ya no es un templo, ni tibio, ni equilibrado, ni perfumado ni apetecible, es solo carne sin formas, sin vida aparente.


He muerto
Y el silencio que me impongo ahora es voluntario, eterno, desmedido, incomprendido.
Dos cuerpos heridos, sin más que piel, arrugados y sin textura se hallan en la pared de un cazador nocturno como trofeos, lúbrico se acaricia el falo mientras pasa sus dedos en los viscosos y amorfos pellejos, imaginando quienes podrían haber sido en vida aquellos a las que esta rugosidad dura excita ahora, como es posible que aquella tosca dermis logre espamos de placer, aquí en el silencio del cazador nocturno, he muerto voluntariamente.






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