viernes, 30 de marzo de 2012


Caballero de la noche, desertor de los deseos más amargos, cabalgando entre murallas de luz y pasión recorre las campiñas resecas por el sol, señor de todo lo acontecido es aquí, donde el murmullo vacilante de mi espada se esconde al ver reflejado en ella dos cuerpos desnudos que van tras la huella de mi crin sediento de sangre y de fornicar, ohhh la fornicación, ohhh la sed apagada en una boca húmeda y helada,

Ohh el señor de los vientos, ajustando sus mechones ante la embestida de la noche que llega en la transparencia del menguante,

Ohh la pasión salvaje, en las cuevas de las siete hermanas afiebradas y tempanas milenarias, bajo la sombra del látigo hemos cedido a tus dulzuras mezquinas,

Como entender este universo complejo?, este mundo inverso y reverso a mis ojos?
Sentado en la gran roca de la vida, un hombre observa el horizonte, más allá de su imaginación, más allá de lo que él pueda ver y percibir,

Su mente es la viajera que trasnocha entre las colinas y mares ajenos al sentimiento de aquel corazón, que se estremece con los ecos y sonidos que la naturaleza desprende, ajena al sentimiento, al dolor, la fatiga, el temor, el cansancio,

Ohhh mi cuerpo destruido en cada paso a la muerte, cada célula de mi sér suicida me llama, me aclama, esa vocecilla tierna como la mujercita del ande contemplando el amanecer, tierna y sensual así me atrae,

Entre sus senos cuelga la cuerda cómplice de nuestro destino, el árbol, la soga y el cuello de este humilde extranjero, sirven de inspiración al poeta que vive en mí y que se niega a reconocerlo.

El cuerpo, mi cuerpo
La lluvia que vive en ella
La lluvia del cuerpo
Mis labios, su carnosidad
El fuego que en él se anida
La soledad de mis ojos entrecierra el secreto de mi origen
Los ojos y la contemplación
La contemplación de las líneas serviles de tus quejidos, mecidos por el silencio de la noche, son la sombra rémora de nuestro destino,

Dulce ser, suicida, aquí te espero en la dualidad que nos une
Átame fuertemente y déjame sin el aire que aun invade este mezquino cuerpo
Deja que la muerte haga un festín con estas carnes, deja que la oscuridad eterna sea mía esta vez,

Desde aquí el preludio de este adiós, y en la insignificante cripta atea: aquí yace un ser oscuro y perverso que intento vivir con luz y compasión ante la humanidad.






sábado, 24 de marzo de 2012


He muerto
Y sangro
He sollozado demasiado, demasiado
Estoy loco
Aun percibo mis sentidos
He muerto
Me aniquile yo mismo,
Me angustia, estoy angustiado, abatido,  desorientado, estupefacto, aterrorizado,
He muerto y aun mis pútridas carnes laten insistentes,
Un espectro acabado, tallado en lastimosas formas merodea las calles,
Recorro aquellos lugares que nunca me hicieron feliz,
La ciudad y sus formas, las aceras agrietadas, las pieles sudorosas, los labios resecos,
Cuerpos horadados como los míos me recuerdan las noches violentas, violentas y suplicantes donde siempre terminaban en copulas desesperadas, luego de ello, la nada el vacio, el hastió.

He muerto
Y percibo aun el sonido, el eco, el murmullo, el gemido, el tic tac, el pulso de un orgasmo al terminar,
Enajenado e indiferente entre mi mísera piel amarillenta, purulenta aun me atrevo a desnudar lo poco que queda en mí.
Desnudo y vicioso en la calle, fantasmal,  entro y salgo de las alcobas, mancho con semen ácido sabanas inmaculadas y rio, rio, rio vicioso dentro de mí,
Desnudo y el silencio, entre el amor y el deseo, entre el deseo y el desamor, entre el placer y un orgasmo urgente y repentino, todo ello en que se diferencia? , mi cuerpo ya no es un templo, ni tibio, ni equilibrado, ni perfumado ni apetecible, es solo carne sin formas, sin vida aparente.


He muerto
Y el silencio que me impongo ahora es voluntario, eterno, desmedido, incomprendido.
Dos cuerpos heridos, sin más que piel, arrugados y sin textura se hallan en la pared de un cazador nocturno como trofeos, lúbrico se acaricia el falo mientras pasa sus dedos en los viscosos y amorfos pellejos, imaginando quienes podrían haber sido en vida aquellos a las que esta rugosidad dura excita ahora, como es posible que aquella tosca dermis logre espamos de placer, aquí en el silencio del cazador nocturno, he muerto voluntariamente.






jueves, 22 de marzo de 2012


El reflejo de la lluvia cuando cae temerosa en la piel de los amantes se puede percibir desde lejos,

Aquella construcción lejana a medio derruir, con el molino para moler el trigo y la cebada ahora sirve de refugio a los besos urgidos de pasión momentánea, a los gemidos silenciados por el rumor del rio que atraviesa el molino,

Ya cuando anochece, cuando empieza la oscuridad a tocar con sus dedos los tejados de las casas de adobe y cal es que se puede sentir el abrazo, el pan y los besos entre las velas a medio alumbrar,

Y el silencio se apodera del campanario, de la iglesia con los santos de yeso y madera esculpidos por callosas manos, manos que esta noche se toca la tibieza de su sexo para imaginar la compañía de un cuerpo tibio recostado con él, y las esculturas tornan su mirada al cielo, ahí todo sigue en eterna oscuridad,

Algún ladrido de un perro callejero inquieta: el silencio, el abrazo, los besos, las velas, el calor de la mano en un erguido cincel, las esculturas; el eco recorre el pueblo y todo vuelve a quedar en silencio,

Ya amanece, aclara, y la luz del día envuelve tímida aun a la noche, entrelazados danzan entre la plazuela y la iglesia, entre los cerros que entonan cantos pastoriles y balidos llorosos, la danza termina cuando el día inclina en sus brazos a la noche, desapareciendo esta por el molino que aun se deja recorrer por el rio que pasa debajo de ella. 







martes, 20 de marzo de 2012


Nibiru
En el desierto, en el silencio de la arena al rozar con los dedos del viento he construido un templo sobre mis recuerdos,

He aprendido a convivir desde que llegue envuelto entre luces del firmamento, con la nostalgia de haber visto el mundo y sus estaciones en mis pupilas cansadas
Tuve por primera vez ante mis ojos en aquella oscura cueva sumeria el contacto con el aroma de la tierra, desde ahí he viajado al interior del tiempo,

Entre mi sangre salvaje y antiquísima aun quedan rastros de mi otra vida, aquella donde el agua nos servía de aire, donde las alas nos mostraban el firmamento del espiral mundo que nos cobijaba, dulce nibiru, lejana nibiru aun entre los millones de minutos  atrapados en diversos cuerpos aquí te añoro,
He sido cazador y he vivido en jaulas, he sido un semidios para muchos, he sentido la muerte en un madero mientras las astillas de los huesos se unían al clavo romano, he gozado en fiestas del vino, he navegado como un señor por la gloria, he muerto mil veces en brazos del amor, he sido el señor de las dunas entre beduinos marcados por el fuego del sol, un pirata errante en busca del mundo prometido,

Aunque siempre dentro de mí una vocecilla interior me llamaba, y eras tú lejana nibiru y aun sigo aquí atrapado en la espera milenaria del regreso de los que me dejaron aquí en esta tierra aun extraña hasta ahora.

Mi cuerpo ha ido variando con el reloj del tiempo, ahora más que nunca tengo la lucidez de nombrarte y exclamar tu nombre, Nibiru!, es que mi sangre ya siente tu presencia como nunca!  esta falsa piel espera salir de su escondite y ser luz otra vez.

Persisto, a pesar de mi agotamiento aún me atrevo a cantar en forma sigilosa mi origen aquí en este punto inexplicable de esta esfera llamada tierra,

Aun hasta ahora observo el firmamento con la esperanza de su llegada, con su presencia otras ves mi dulce nibiru.

Espere tanto por volverlos a ver, sentir su aroma del polvo cósmico, jugar con lo pálido de sus cabellos, aquellos que me arrancaron para marcarme una máscara humana, es aquí donde me encuentro con la careta danzante desde que me la impusieron en la soledad de sumeria.

Sin tierra,
Sin sangre,
Entre la melancolía y la añoranza
Entre la desnudez de la tristeza
Todo el tiempo del mundo todo el mundo en el tiempo
Vacio y abatido en lo desconocido recorro estas tierras,
Navegante eterno, condenado a la eternidad sin límites
Sin fronteras entre el deseo y la pasión pasajera, cada año es un segundo, petrificado el tiempo en mi corazón, mis recuerdos se construyen como pesadas piedras uno tras otra, los aromas van y vienen como el oleaje furioso del mar del pacífico, golpeando y horadando la roca, construyendo nuevos recuerdos, sin límites, sin tiempo, sin raíces.

Tu llegada será trágica, próxima, retorcerá el mundo y dejara estelas de dolor, a pesar de ello, aquí en el desierto de mis inquietudes te espero invisible Nibiru.