Caballero de la noche, desertor de los
deseos más amargos, cabalgando entre murallas de luz y pasión recorre las
campiñas resecas por el sol, señor de todo lo acontecido es aquí, donde el
murmullo vacilante de mi espada se esconde al ver reflejado en ella dos cuerpos
desnudos que van tras la huella de mi crin sediento de sangre y de fornicar,
ohhh la fornicación, ohhh la sed apagada en una boca húmeda y helada,
Ohh el señor de los vientos, ajustando
sus mechones ante la embestida de la noche que llega en la transparencia del
menguante,
Ohh la pasión salvaje, en las cuevas de
las siete hermanas afiebradas y tempanas milenarias, bajo la sombra del látigo
hemos cedido a tus dulzuras mezquinas,
Como entender este universo complejo?,
este mundo inverso y reverso a mis ojos?
Sentado en la gran roca de la vida, un
hombre observa el horizonte, más allá de su imaginación, más allá de lo que él
pueda ver y percibir,
Su mente es la viajera que trasnocha
entre las colinas y mares ajenos al sentimiento de aquel corazón, que se
estremece con los ecos y sonidos que la naturaleza desprende, ajena al
sentimiento, al dolor, la fatiga, el temor, el cansancio,
Ohhh mi cuerpo destruido en cada paso a
la muerte, cada célula de mi sér suicida me llama, me aclama, esa vocecilla tierna
como la mujercita del ande contemplando el amanecer, tierna y sensual así me atrae,
Entre sus senos cuelga la cuerda
cómplice de nuestro destino, el árbol, la soga y el cuello de este humilde
extranjero, sirven de inspiración al poeta que vive en mí y que se niega a
reconocerlo.
El cuerpo, mi cuerpo
La lluvia que vive en ella
La lluvia del cuerpo
Mis labios, su carnosidad
El fuego que en él se anida
La soledad de mis ojos entrecierra el
secreto de mi origen
Los ojos y la contemplación
La contemplación de las líneas serviles
de tus quejidos, mecidos por el silencio de la noche, son la sombra rémora de
nuestro destino,
Dulce ser, suicida, aquí te espero en
la dualidad que nos une
Átame fuertemente y déjame sin el aire
que aun invade este mezquino cuerpo
Deja que la muerte haga un festín con estas
carnes, deja que la oscuridad eterna sea mía esta vez,
Desde aquí el preludio de este adiós, y
en la insignificante cripta atea: aquí yace un ser oscuro y perverso que
intento vivir con luz y compasión ante la humanidad.



